-Me encuentras muy tonto..., pero de los dos, pequeño, eres tú el más cándido. Creer sólo en el mal es no conocer a los hombres. Sí, has dicho la verdad: en esa María Cross, de la cual conozco sus miserias, se esconde una santa... Sí, tal vez: una santa..., pero no puedes comprenderlo.
-¡Déjame que ría!
(François Mauriac, El desierto del amor)
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