Inclinaros

"Ay, amores pastoriles,
a nada humano puede conducir tanta natural verdura y florecilla:
la senda de retorno al paraíso tan sólo es recorrible a cuatro patas"

(Luis Felipe Fabre, libro editado por Black & Bermelho)

Sbarra y la disolución

La vida nos fue hundiendo en pozos diferentes, ninguno de nosotros palpó la serenidad.
Los dos a oscuras; en ciénagas drogas, abismos, o rutinas; pero los dos con vendas en los ojos, con el alma amortajada y con la implacable corrosión que provocan las lagrimas que caen hacia adentro.
Los dos identificados por la misma clave: el fracaso.
El fracaso en el amor, el fracaso en el arte, el fracaso en la sociedad, el fracaso en el intento de vivir sin engaños.
Los dos lastimados por las púas de la indiferencia
de los seres agraciados,
de los inteligentes para el dinero,
de los adaptados,
de los que jamás se cuestionarán algo que de antemano
palpitan que quizás no tenga respuesta,
de los felices cobardes que alimentan con embustes sus tranquilas conciencias.
Los dos viviendo. Es el paradójico desenlace de nuestra tragedia.: seguir con vida cuando se agotaron las esperas.
Los dos sentados en las gradas del circo cuando terminó la función y con ella, naturalmente, también la magia.
Y los dos estamos solos. Flotando como corchos en el océano nos miramos el uno al otro, pero no podemos ayudarnos.

Los dos poseemos lo mismo: promesas incumplidas, ausencias inaguantables, anhelos no concretados y una antigua e inmensa acumulación de soledad.
Y los dos necesitamos exactamente lo contrario. Por eso al cruzarnos en este absurdo derrotero, flotando como corchos, sólo atinamos al sarcasmo, esa terrible arma de doble filo que acaba por herir más profundamente al que la empuña que al que recibe la estocada.
Los dos sangrando por algún costado, la diferencia es despreciable. Y a la larga, la tristeza nos domina con la dañina voracidad de un cáncer a los dos por igual.
Los dos altruistas y capaces de la mayor bajeza al mismo tiempo.
Los dos juntos, pero separados por esa ineludible condición de dolor.
Los dos con nuestra sensibilidad golpeada contra las paredes de la vida cotidiana.
Los dos predestinados al error, a equivocar siempre el camino y a encontrar lo ansiado a destiempo.
Los dos incapaces de construir una torre que nos salve.
Los dos obligados a representar una farsa sin autor.
Los dos, en definitiva, sin saber por qué.

(José Sbarra, "Obsesión de vivir, XIV")

Agudeza

Cuando decimos que la copa está llena, es que ya desborda.

(Jean Luc Nancy, "Embriaguez")

Habla el bufón

"Ahora bien, ¿cómo puedes pedirme que renuncie a una teoría de la imitación de los animales? Dos palabras, nada más, sólo para sentirme en regla y hacer que te diviertas de forma no carente de nobleza. He escrito «imitación de los animales»; pero quisiera que quedara claro que se trata de una imitación iniciática, como el fiel imita al dios que electivamente le pertenece. Además, imitar al gato no quiere decir fingir que se es el gato, lo que sería innoble, ni ridiculizarlo, que sería imposible; yo diría más bien que se trata de poner en práctica una danza gatesca cuya finalidad es la de rememorarte que, hasta ahora, nadie ha intentado ni siquiera identificar el concepto de «súbdito» en homenaje a tu soberanía. Me vuelvo gato para verificar en la forma mental del gato mi vocación bufonesca, por una parte, pero también para experimentar mi dependencia hacia ti en cuanto gato. Pero quisiera ser más preciso e intolerante. Si yo me agato, y soy bajo especie gatesca bufón y súbdito, sigo estando pese a todo dentro de lo verosímil; pero si me vuelvo dragón, eso quiere decir que yo verifico mi disponibilidad a bufonear como dragón, pero sobre todo que delineo las buenas maneras del dragón súbdito; y puesto que entre las convenciones del alcázar ésta se da, según la cual el dragón no existe, eso significa que la vocación metamórfica -no transformista- me ayuda a presentarte a tus súbditos invisibles, es más, absolutamente inexistentes. Presentaré el recurso de las anfisbenas, de los basiliscos, de las serpientes marinas, y de cualesquiera formas cuya condición de súbdito tú te dignes suponer, o incluso de cualquier nombre: querrás tal vez que te hable brevemente del agatosaurio, un dinosaurio que fue famoso sobre todo por sus obras pías: educación de huerfanitos, colectas para viejos aligatores, abolición de sacrificios animales, sustituidos por inocuos sacrificios humanos. El agatosaurioo tenía un colorido pálido, llevaba gafas, y había desarrollado un sistema simple y funcional de escritura: los Recuerdos de colegio de un agatosaurio han sido todo un clásico secular de los gianodontes, leído a veces como texto educativo, más a menudo como humorístico. ¿O el optodonte, con los ojos dotados de dientes? ¿El rinóptero, enorme ala que se mueve gracias al aire aspirado por una única nariz inmensa? ¿El onicodonte, ingenioso sistema de dientes que comían uñas, y de uñas que excavaban en los hiatos entre los dientes? ¿Y el famoso, el temible, el inquietante, el unedopto, el nadie dotado de ojo? Vamos, ¿quién no se ha sentido escrutado por ese ojo que ni siquiera tenía obligación de existir para mirar en tu corazón? El anacardio, a propósito, fue un animal producido por la evolución para competir con el unedopto; en efecto, el anacardio carece de corazón, alegóricamente, puesto que ello no quiere decir que no tenga vida interior, no sentimientos, no afectos, no deseos, no esperanzas, no perspectiva. Según ciertos zoopsicólogos, el nombre anacardio es en realidad deliberadamente ambiguo: efectivamente, no quiere decir que no tenga corazón, sino que el corazón está en lo más alto; para ser más exactos, que el corazón está en otra parte, fuera del anacardio, y el ojo, escrutando las íntimas vísceras morales del anacardio, no encuentra nada en absoluto, porque el mundo de las pasiones del anacardio, en conjunto abyecto y funesto, se ejercita por completo en una minúscula víscera que se encuentra en la cima de un árbol, sobre un rascacielos. O depositado sobre las alas del pterocardio, un pájaro cuyo oficio es precisamente el de transportar por el aire los corazones que de esa manera intentan sustraerse a la indagación del ojo nadie. En efecto, hay animales que delegan en otros la tarea de pensar o bien utilizan para sus propias fantasías más temerarias extremidades de otros animales: las rayas de las cebras, los omatidios de los insectos, los élitros, la piel palmada del pato mandarín -sólo de ése- inspiran pensamientos homicidas e incestuosos de colúbridos, mantisas, microjirafas -estas últimas son jirafas proyectadas para el transporte en la baja sabana de los malos pensamientos de las jirafas de serie, cuya estatura les obligaba a una insensata e intolerable vida virtuosa-. ¿Lo ves? Es prácticamente imposible, si no dentro de las reglas férreas de nuestra urbanidad, distinguir al bufón del teólogo, pero no olvides que yo, en cuanto teólogo ad personam, soy también tu geógrafo imperial, el único que puede ambicionar describir aquello sobre lo que tú, en la acepción de ti más enfática pero en verdad más coherente, perennemente gobiernas, y ejerces justa injusticia. Zoólogo y teólogo son también a su vez dos palabras no casualmente semejantes; en efecto, reconociendo en mí una esgrafiada pero imborrable naturaleza gatesca, o serpentesca, o tigresca, yo sondeo las potencias jamás agotables de la creación, de la cual soy solamente la conciencia bufonesca, pero conciencia soy; y puesto que tú, en cuanto tirano, no estás obligado a semejante conciencia, al contrario, acaso la rehuyas, es tarea mía rememorarte no sólo, como ya te he dicho, la polimorfia del concepto de súbdito aplicado a ti, sino también ayudarte a no olvidar que en cuanto partícipe de la felinidad eres reconocido por los gatos y, en cuanto consciente de la reptilidad, las serpientes te ofrecen sibilos obsequiosos; pero no basta: yo soy la conciencia bufonesca de todo ello; es decir, que no soy la conciencia del reptil, sino la carcajada del reptil; puesto que mis pullas, concebidas en ese ámbito, son las pullas de los animales; sea de aquellos existentes como de los no existentes. Por lo tanto, yo soy también la conciencia bufonesca de aquello que no existe; la autoconciencia, la risa de las ingeniosas formas de la nada. ¿Ríe también el unedopto, ojo de la nada? Ríe, ríe."

(Giorgio Manganelli, "Encomio del tirano")

John Cage

"Es como si uno entrara a una jaula con un tigre sin dientes, sin uñas y sin hambre: sabe que el tigre no va a hacerle nada, pero igual tiene miedo."
(...)
"A: (...) Pero los razonamientos no son ecuaciones. En una ecuación, si un paso está mal el resultado no te cierra. En un razonamiento podés equivocarte y así llegar a un resultado más verdadero.
B: No sabía que pensabas así.
A: No, yo tampoco.
B: Ah."

(Pablo Katchadjian, "La libertad total", ed Bajolaluna) p.117, 133

Inteligencia

"(...) el Che no era ningún terrorista, porque sabía qué hacer, es decir, había usado su inteligencia para lograr que las posibilidades que el mundo le ofrecía no fueran tantas; así, de a poco, las posibilidades eran cada vez menos hasta que sólo le quedó una; poca gente logra hacer eso, aunque a muchos les pasa, como, por ejemplo, a los enfermos terminales, que en un momento, hacia el final, sólo les queda morir; o a los bebés, que sólo pueden crecer; en realidad, le pasa a todo el mundo: la única diferencia es haber o no haber podido tomar una decisión o varias, es decir, haber actuado después de haber pensado o a la vez, o, en todo caso, que uno haya buscado deliberadamente esa situación a la que llega."

(Pablo Katchadjan, "Qué hacer", p.51)

Variaciones

"(...) la vista toca y el tacto ve. Rompan un solo momento el ciclo y se caen. La vista camina o la vida cesa. El que no sabe caminar pone un pie delante del otro; el que sabe caminar pone un ojo delante de cada zapato.
Ahora bien, fácilmente esa burbuja fluida se atasca como a lo largo de un nivel de agua, mientras que cualquier estaca cae no bien el suelo se inclina un poco. ¿A partir de qué inclinación, durante la escalada, pones las manos y, durante el descenso, te levantas? Cuestión que de inmediato da cuenta de tu edad y de tu estado homínido. La diversidad, aquí, da risa: uno permanece en cuatro patas en una pendiente que su cuerpo todavía considera vertical cuando su vecino, que lisa y llanamente se encuentra en la horizontal, desde hace un momento se ha levantado. En la vecindad uno del otro se encuentran, pues, en la misma especie, un chimpancé cuadrumano y un sapiens sapiens. Por el cuerpo erguido se reconoce al alpinista, ese hombre que sabe caminar. Mantenerse derecho, por lo tanto, se adquiere y no atañe tanto al ojo como a la oreja, sin duda, pero también a todo el cuerpo y de igual modo al placer. Al mismo tiempo que a caminar sobre suelos difíciles, inclinados, caprichosos, hay que aprender a encontrarles un equilibrio; entonces, y sólo entonces, cuando toda la piel del pie envía al cuerpo en su conjunto cien mensajes deleitosos de terciopelo, de lana y de comodidad sedosa, se aprende cómo se convierte uno en homínido, arrojando de sí la univalva, el cuadrúpedo y el mono, animal erecto, niño levantado, persona adulta que expulsa de sí lo que le queda de infantil. Salir de la infancia y de la bestia, finalmente qué alegría: el cuerpo encuentra su nivel."

(Michel Serres, "Variaciones sobre el cuerpo", p.47)

Silencio

Se puede pensar rápido en el día que pasó. O en los amigos que pasaron y para siempre se perderán. Pero es inútil eludirlo: está el silencio. Aún el peor sufrimiento, el de la amistad perdida, es simplemente fuga. Ya que si al principio el silencio parece aguardar una respuesta -como arde, Ulises, por ser llamada y responder-; temprano se descubre que no te exige nada, tal vez sólo tu silencio. Pero los de la masonería saben de esto. Cuántas horas perdí en la oscuridad suponiendo que el silencio te juzga -como esperé en vano ser juzgada por Dios. Surgen las justificaciones, trágicas justificaciones forjadas, humildes disculpas hasta la indignidad. Tan suave es para el ser humano finalmente mostrar su indignidad y ser perdonado con la justificación de que se es un ser humano humillado de nacimiento.

Hasta que se descubre, Ulises -no quiere tu indignidad. Él es el Silencio. ¿Él es Dios?

Se puede intentar engañarlo también. Se deja que el libro de la mesa de luz se caiga al suelo como por casualidad. Pero -horror- el libro cae dentro del silencio y se pierde en su muda e inmóvil vorágine. ¿Y si un pájaro enloquecido cantase? Esperanza inútil. El canto apenas atravesaría el silencio como una leve flauta. Lo que más se parecía, en el dominio del sonido, con el silencio, era una flauta.

Entonces, si hay coraje, no se lucha más. Se entra en él, ¿se va en él al Infierno? Se va con él, nosotros los únicos fantasmas de una noche en Berna. Que se entre. Que no se espere el resto de la oscuridad dentro suyo, solamente él. Es como si estuviésemos en un navío tan descomunalmente enorme que ignorásemos estar en un navío. Y si este navegase tan eternamente que ignorásemos estar yendo. Más que eso un hombre no puede. Vivir al borde de la muerte y de las estrellas es vibración más tensa de lo que las venas pueden soportar. No hay ni siquiera un hijo de astro y de mujer como intermediario piadoso. El corazón tiene que presentarse delante de la Nada solo y solo latir en silencio de una taquicardia en las tinieblas. Sólo se siente en los oídos el propio corazón. Cuando éste se presenta todo desnudo, ni siquiera es comunicación, es sumisión. Porque no fuimos hechos sino para el pequeño silencio, no para el silencio astral.

Si no hay coraje, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad delante del silencio, sólo los pies mojados por la espuma de algo que se esparce desde dentro nuestro. Que se espere. Un insoluble por otro. Uno al lado del otro, dos cosas que no ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio sino el auxilio bendito de un tercer elemento: la luz de la aurora.

Después nunca más se olvida, Ulises. Inútil incluso huir hacia otra ciudad. Pues cuando menos se espera se lo puede reconocer -de repente. Al cruzar la calle en el medio de las bocinas de los autos. Entre una carcajada fantasmagórica y otra. Después de decir una palabra. A veces en el propio corazón de la palabra se reconoce el Silencio. Los oídos se asombran, la mirada se aclara -helo ahí. Y esta vez él es fantasma.

(Clarice Lispector, El aprendizaje o El libro de los placeres, p.44-45)

Intuiciones del poder y el deseo

"Se sentía como en su más tierna infancia y sin el temor de que la angustia le sobreviniese: estaba hechizada por los colores orientales del Sol que dibujaban figuras góticas en las sombras. Pues Dios nació de la Naturaleza y a través de sí mismo interfirió en ella. Los últimos claros ondulaban el agua quieta y verde de la pileta. Descubriendo lo sublime en lo trivial, lo invisible bajo lo tangible -ella misma toda desarmada como si hubiese sabido en ese momento que su capacidad para descubrir los secretos de la vida natural se mantuviese intacta. Y desarmada también por la leve angustia que le sobrevino al sentir que podía descubrir otros secretos, tal vez uno mortal. Pero sabía que era ambiciosa: despreciaría el éxito fácil y querría, incluso con miedo, subir cada vez más alto o bajar cada vez más bajo." 

(Clarice Lispector, Un aprendizaje o El libro de los placeres) p. 72

Tretas

Capaz de mentiras atroces, mi amado
de noche junto a mí se tiende
en un sueño
que parece realidad.

Desperté, aún engañada,
y acaricié mi lecho
pensando en él.

Es terrible. Adelgazo
de soledad
como un lirio
roído por escarabajos.

(Kaccipettu Nannakaiyar; entre el siglo I y III d.c.)

Ave cínico

La "intelligentzia" ve en la actual crisis una crisis de decadencia cuando la crisis es en verdad una crisis de crecimiento y aquélla carece de todo pensamiento que no sea el generado por el siglo XIX en las metrópolis, que si fue apto para enervar las posibilidades nacionales de expresión cultural es insuficiente  ya.

(Arturo Jauretche, La colonización pedagógica y otros ensayos, p.50)

Tan buenos los jesuitas...

Aníbal Ponce comentando la muerte de Pierre de la Rameé (1515-1572):
¿Fue acaso su muerte uno de los tantos crímenes engendrados en la confusión y la locura? De ninguna manera. Está perfectamente demostrado que la mano criminal fue dirigida por ese mismo Jacques Charpentier que había pedido para él, veintinueve años atrás, la pena de destierro, y que celebró su asesinato con burlas atroces. ¿Quién era Jacques Charpentier? Un lector de matemáticas del Colegio de Francia, que obedecía ciegamente las órdenes de los jesuitas.
¡Los jesuitas! La primera vez que los nombramos ya aparecen compicados en un crimen. La Compañía de Jesús había sido fundada en 1534 para poner al servicio de la Iglesia Católica el ejército disciplinado que las circunstancias requerían. Creada por un ex apitán, tenía de la milicia la rigidez y el orden, pero sabía además, como ninguna, acortar los caminos mediante sendas oblicuas, o fingir retirarse para caer mas tarde, de sorpresa. Después de regimentar a sus soldados hasta la negación absoluta de la personalidad, la Compañía se lanzó a combatir sobre dos frentes: por un lado, contra el protestantismo cismático; por el otro, contra la incredulidad de los laicos.
(Aníbal Ponce, Educación y lucha de clases) p.116

Kitten


24
Wow,his best mate went psychotic on acid and he went on to become a psychonaut. Interesting choice.
And? . . .
Unfortunately comments such as yours show a lack of understanding abut LSD - and probably other drugs such as alcohol and cannabis. I also suspect you use the term 'miaow miaow'.


Comentario bien, bien, bien genial en una nota sobre Hamilton Morris.

DEFENSA DE LA EMBRIAGUEZ Y DEL DELITO

¡Ojos tapiados por las legañas de un sueño demasiado largo,
el mundo ha cambiado entretanto!

"No siempre la malicia proviene del corazón;
existió la malicia de la inteligencia
y nos queda la malicia de la imaginación."
Charles Baudelaire

No, no estoy de acuerdo. No puedo estar de acuerdo. Os aniquilaría, si encontrara la manera. ¿Dónde habéis aprendido a pensar, hatajo de imbéciles (hatajo: "pequeño número de cabezas de ganado")? ¿Quién habla por vuestras bocas? ¿Cuándo despegasteis los párpados por última vez? Ya está bien de repetir, como loros cautivos, el discurso de vuestro Señor. Si no tenéis nada propio que decir, más vale que os calléis o alquiléis los labios. Retornad al silencio de las tumbas, vosotros que anheláis la Paz del cementerio. Dejad de castigarnos con vuestra cháchara ancestral. ¿Dónde reside la depravación del Criminal, dónde la indignidad del Borracho? No venidme una vez más, como si trajerais algo nuevo, con el esquematismo de los críticos del poder sobre la lengua. Escupid toda esa charlatanería de teóricos progresistas, si queréis que os conceda un minuto de mi tiempo:

"En la medida en que la delincuencia neutraliza la posibilidad de la lucha política consciente, aparece como forma de ilegalismo útil (no peligroso), integrado en el mecanismo reproductor de la sociedad burguesa; y, en tanto factor de desmovilización y autodestrucción, la embriaguez permanente del alcohólico (socialmente inducida, políticamente recuperada) contribuye al sostenimiento de los órdenes coactivos vigentes, en beneficio de las fracciones de clase dominantes."

¿Cómo podéis creer todavía en el balar de los corderos, vosotros los comprometidos, los sobrios, los razonables, vosotros los lúcidos, refugio de la esperanza de la humanidad? ¿Cómo podéis alimentar semejante horror neopuritano cuando quejumbrosamente confesáis no saber qué hacer con vuestras legítimas energías contestatarias y tantas veces os habéis sorprendido a punto de ingresar en la maquinaria política establecida -una tarima, un cargo, un sindicato, un partido-? ¿Para qué joven Inquisición trabajáis? ¿A quién puede seducir la perspectiva de una erradicación del crimen, el ensueño de un mundo sin delitos, atestado -hasta las escuelas y gracias a las escuelas- de sindicalistas y representantes, políticos y afiliados, manifestantes que llenan de color las mañanas de los sábados, huelguistas empobrecidos a fuerza de reivindicar lo que sus explotadores ardientemente desean conceder, críticos radicales que descubren estrategias de dominación por todas partes e incluso por debajo de su pluma incesante y bien retribuida, pensadores crepusculares de la fatalidad y el posmodernismo?

¿No sois capaces de intuir, siquiera, que la "guerra" del Criminal y del Borracho nada tiene que ver con el espectáculo amañado de vuestra lucha política? ¿Os falta valor, pues de valor se trata? ¿Estáis demasiado acabados, sellados y lacrados como una carta muerta, para presentir el Fin de la política revolucionaria o, en otros términos, la Impostura de la revolución política? ¿No notáis aún la erosión indefectible de los viejos proyectos, la absorción de todo el campo de la política posible -e incluso pensable- por la Empresa Legitimadora? ¿No percibís, desde ese desierto, la grandeza de la "otra" guerra, la guerra de fondo contra la Virtud y su Razón, contra la Moral y su Política? ¿No sentís ante la arrogancia del criminal, ante la inercia del embriagado, algo parecido a una amenaza, un desafío profundo, casi un reto salvaje y demoledor?

Hubo un tiempo en que fue cierto que la delincuencia y la embriaguez servían a la opresión mediante el ahuyentamiento de la lucha política. Hoy es todavía más cierto que la lucha política sirve a la opresión mediante el ahuyentamiento de la guerra inmoral (contra la Razón Virtuosa). Perturba más un Criminal que un Sindicalista. Molesta menos un Votante que un Borracho. Sobre todo si uno y otro saben situar el Delito y la Embriaguez en el lugar que les corresponde como "formas de conocimiento y armas de la transformación social".

Las cosas dignas de ser escritas, al ser escritas pierden su dignidad. El lenguaje tropieza una vez más con la pared del sentido y no encuentra la manera de expresar lo inefable de la Emoción. Intentar justificar racionalmente la praxis del embriagado o del delincuente no puede llevar más que a la crisis del discurso -detención, vértigo, flaqueza de las piernas, presentimiento de la caída, retroceso y silencio-. Es precisamente la irracionalidad del Crimen lo que confiere a la fechoría del delincuente su inaprehensible dignidad, negación de nuestra racionalidad destructiva y de su fetichismo del Bien. Del mismo modo, en la inercia del alcohólico radica la peligrosidad de la embriaguez: evasión del comportamiento mecánico y de la complicidad maquinal de lo cotidiano (esfuerzos útiles, construcciones lógicas, movimientos necesarios). ¿Y cómo confiar a la Razón Útil, Lógica y Necesaria, el análisis de lo que se le subleva en tanto forma provisional de lo gratuito, aleatorio, accidental? ¿Cómo conceder a la racionalidad moderna el derecho a juzgar cuanto se ampara en la equivocidad del Mal, si ha organizado la ejecución reglamentaria de lo peligroso en torno a la soberanía de su antinomia formal, el Bien?

Retornemos al conocimiento corporal, ámbito de la sensibilidad común y de las impresiones generalizadas, ya que el naufragio de la Razón amenaza con sumir en la oscuridad o anegar en el silencio la apología de la Embriaguez y del Delito. ¿Quién no ha experimentado en cierta ocasión la clarividencia de la embriaguez, con todo lo que suscita: fuga atropellada de los prejuicios, hundimiento de las inhibiciones, eclipse de las mentiras sobre uno mismo y de la inseguridad ante el otro? ¿Quién no se ha asomado al espejo de un crimen secreto y ha descubierto horrorizado un rostro por el que jamás se reconocería en los ojos de los demás, un rostro que íntimamente supo, en aquel momento, suyo y, como suyo, esconde no menos de sí mismo que de la mirada ajena? ¿Quién no ha percibido detrás del más terrible de los asesinatos no sólo el aire implacable de la fatalidad social, no sólo el efecto inevitable de la podredumbre histórica, sino también algo semejante a un signo monstruoso, índice mayúsculo de las fuerzas subterráneas que habrán de liberarnos, por los caminos del horror, de aquella misma fatalidad, de aquella misma podredumbre? ¿Quién no ha sospechado durante un segundo que la más tenebrosa crónica de sucesos anuncia, a su manera, la inminencia de una catarsis diabólica pero salutífera, el triunfo de lo demoníaco-histórico sobre la insoportable crueldad del Bien? ¿Quién no ha sucumbido ante la sinceridad absoluta de sus minutos de enajenación? ¿Quién no ha retrocedido ante la transparencia definitiva, brutal, del borracho postrado, siempre más allá de toda falsificación, de todo hogar y de toda cobardía? ¿Y qué decir del pensador ebrio y de su gesto, qué decir de la voluntad de meditar enajenado para meditar mejor (o, simplemente, meditar de una vez), qué oponer a la decisión de embriagarse en soledad para afrontar verticalmente los verdaderos deseos y los verdaderos obstáculos?

El Mal nos curará. Nos curará aunque "sólo la gente inteligente sea capaz de comprender el Crimen, y conserve por tanto el poder de perpetrarlo" (Genet). Y la Embriaguez nos mantendrá vigorosos, a salvo de la enfermedad del misticismo. Injusta metáfora la de Marx: "la religión es el opio del Pueblo". Injusta con el opio. En realidad, al Pueblo se le prohibió siempre el opio para evitar que abominara de la Religión bajo todas sus formas. ¡Ojos tapiados por las legañas de un sueño demasiado largo, el mundo ha cambiado entretanto! Y ya sólo podemos recuperar la Salud por las rutas del Pecado.

Para que nos entendamos


John Berger (“Ways of seeing”), que reflexionó mucho acerca del voyeurismo como sistema social de comunicación, concluye diciendo que nada es más tristemente moderno que un zoológico. El visitante se presenta y mira los animales pero no ocurre casi nada entre ambos. El visitante obseva pero los animales ya no se comunican, ¡puesto que ya han visto demasiado! Hace no mucho tiempo, estos mismos animales decían tanto más porque representaban nuestro principal vínculo con la naturaeza: además de ser nuestro alimento, nuestra ropa y nuestros medios de transporte, incluso servían a menudo como nuestros mejores útiles para expresar toda suerte de ideas. Ahora bien, los zoológicos aparecieron en el momento preciso en que los animales se volvían cada vez menos interesantes para la sociedad humana, justamente cuando, más allá de las relaciones sociales, la revolcuión industrial modificó nuesro vínculo con los animales, transformados en productos manufacturados y en mercaderías cada vez más eficaces, estandarizadas y provechosas. Ya no queda más que el aiestramiento de animales industrializados, las caricias y onversaciones amorosas con animales tan artificiales como domésticos, y luego las pequeñas aves, alimentadas en el balcón durante inviernos demasiado duros. En cuanto a los demás animales todavía naturales, la sociedad industrial, de nuevo autosuficiente, guarda un buen recuerdo de ellos. Hasta se llega a amarlos, se os protege de la exterminaión y los empleados de Disney se permiten incluso fabricarlos. El animal moderno es un espectáculo (la carne comestile sale de embalajes de plástio y y ano tiene para nada el aspecto de un origen animal). Los animales, reducidos al papel de objeto de nuestra mirada y de nuestro saber, ofrecen el ejemplo de la ruptura y dan al ciudadano moderno la ilusión de dominar el mundo. Y esa mirada fascinada -a veces lánguida- expresa bien nuestro poder: cuanto más podemos penetrar en lo privado de esos animales, más tenemos el poder de distanciarnos de él. Susan Kappeler (“Te pornography of representation”) reescribe palabra por palabra el texto de John Berger, y reemplaza todo el tiempo “animal” por “mujer”. Las chicas que se desnudan en los peep shows, las que bailan sobre las mesas, incluso las ricas vedettes del cine pornográfico son comparables a los animales de un zoológico. Miradas, observadas, escrutadas, ellas en contrapartida no miran nada ni a nadie, pues vienen clientes todos los días y ellas ya han visto demasiados. Entre ellas y el mirón no hay ninguna comunicación.
(…) la pornografía se vuelve posible en la medida en que las mujeres, como los animales de zoológico, se han vuelto mucho menos significantes.
Mirar los tigres del zoológico ya no es muy arriesgado y las fotos no transmiten el SIDA: El poder de la miada es también el de crear una distancia protectora, una perspectiva que protege del compromiso inmediato, y la nueva mirada que nuestra sociedad ubca en los animales, también vale para las relaciones humanas. Las personas miradas ya no son aquellas con las que sigue siendo posible mantener una relación, por lo demás normal y tradicional; las vedettes de la pornografía ya no son al mismo tiempo nuestras sobrinas, un cuñado, el vidriero, o la cirujana. Esas vedettes no tienen por otra parte ningún sentido. Pero si los dos últimos siglos hicieron emerger un ciudadano nuevo, cada vez más aislado -y al mismo tiempo más libre y poderoso- y si este distanciamiento era sin duda necesario en el nacimiento de la pornografía moderna, su evolución, sin embargo, no anuncia nada bueno para el cine pornográfico. La libertad y el poder del espectador se medirán todavía mañana según su capacidad por conocer todo y enseguida, pero el más fácil espectáculo fantasmático de Marylin Chambers, de Nina Hartley, de John Holmes o de Samantha Fox deberá dejar lugar al placer más creíble, el que consiste en invadir la intimidad de personas más ordinarias o más próximas. Pero a su vez, este tipo de espectáculo más verídico tal vez no sea demasiado prometedor, porque la última contradicción de la pornografía (y del zoológico) es la de sólo poder presentar personas ordinarias y creíbles cuando pertenecen a un universo social que, por su parte, ya no es más que un recuerdo un poco artificial y sin demasiada importancia.

(Bernard Arcan, Antropología de la pornografía. El jaguar y el oso hormiguero) pp189-191

Algo que pasa

Un ángel
El ángel de la ciruela
pensativo cuida mi alma
y mi cuerpo. Cuida de mí
en el huerto y en la casa,

seco o mojado en ese tiempo
buscando anís, luchando
con la maleza, las espinas
y el aloe. Ahora aprendo

con él en mi jardín. Sabio
miro tallo y raíz y hoja
mordida y oruga inmóvil. El ángel

de la ortiga. Es la nostalgia
de las cosas que han pasado, es
un ángel del alimento, una hoja de té.

(Osías Stutman, La vida galante y otros poemas)

Verbo encarnado

-«Yo no creo que fuera la serpiente / la que haya inducido a Eva a morder de la manzana en el bosque / (y a convidarle una mascadita al príncipe) / A mí no me vienen con cuentos / Yo creo / firmemente / que fue la misma vieja bruja / que envenenó a Blancanieves en el Paraíso.»
A la mirada de interrogación de su amigo, Brando Taberna le dijo que mientras tú te creías Jesús de Nazaret y les predicabas a los borrachos del calabozo, él se había quedado pegado con el tema de la manzana y le había brotado este poemita que todavía no tenía claro qué crestas significaba.
-Eso es lo de menos, fariseíto -dijo Cristo Pérez-. Por ahí una vez le preguntaron a un poeta qué quería decir tal verso suyo, y el tipo contestó que al momento de escribirlo solo Dios y él sabían su significado, pero que ahora sólo Dios lo sabía.
Y tras un breve silencio, usando el palo de fósforo ahora como mondadientes, prosiguió diciendo, en tono dubitativo, que aunque al principio esa respuesta le pareció una ingeniosa manera de esconder un fracaso poético, ahora ya no estaba muy seguro de ello. Y es que a veces le daba por pensar que Dios mismo, cuando creó al hombre, tenía clarísima la idea de fondo, pero que al correr del tiempo se le olvidó por completo. «Y ahora resulta, fariseíto, que no somos sino un voladísimo verso escrito por el Supremo Hacedor, un caótico verso libre que ya ni siquiera Él sabe qué mierda quiere decir.»

(Hernán Rivera Letelier, Canción para caminar sobre las aguas, pp 97-98)

Bien ahí, fuck marriage

-Perdone, únicamente digo que los matrimonios han existido y existen aún.
-Sí; pero ¿por qué? Han existido y existen en las personas que ven en él algo sagrado que los une ante Dios. Pero entre nosotros no ocurre así. Nosotros concebimos el matrimonio solamente como una unión carnal y, por tanto, el resultado no es sino un engaño o una obligación. Cuando se trata de un engaño, se soporta mejor. Los esposos engañan a los demás por una aparente monogamia, aunque en realidad vivan en poligamia o poliandria. Eso está mal, pero aún puede pasar. Lo terrible es cuando, después de haber aceptado la obligación aparente de vivir juntos toda la vida, los cónyuges se aborrecen a partir del segundo mes, quieren separarse, pero siguen conviviendo, y entonces se crea ese espantoso infierno a consecuencia del cual se dan a la bebida, se suicidan o se envenenan el uno al otro.

(León Tolstoi, La sonata a Kreutzer, p.305 del tomo III de Aguilar)

Celebración total

––Y ¿eres tú, tú, Víctor, tú el que me vienes con esas cosas?
––¡Sí, yo, Augusto, yo, soy yo!
––Pues en un tiempo no pensabas de esa manera tan... corrosiva.
––Es que entonces no era padre.
––Y ¿el ser padre...?
––El ser padre, al que no está loco o es un mentecato, le despierta lo más terrible que hay en el hombre: ¡el sentido de la responsabilidad! Yo entrego a mi hijo el legado perenne de la humanidad. Con meditar en el misterio de la paternidad hay para volverse loco. Y si los más de los padres no se vuelven locos es porque son tontos... o no son padres. Regocíjate, pues, Augusto, que con eso de habérsete escapado te evitó acaso el que fueses padre. Y yo te dije que te casaras, pero no que te hicieses padre. El matrimonio es un experimento... psicológico; la paternidad lo es... patológico.
––¡Es que me ha hecho padre, Víctor!
––¿Cómo?, ¿que te ha hecho padre?
––¡Sí, de mí mismo! Con esto creo haber nacido de veras. Y para sufrir, para morir.
––Sí, el segundo nacimiento, el verdadero, es nacer por el dolor a la conciencia de la muerte incesante, de que estamos siempre muriendo. Pero si te has hecho padre de ti mismo es que te has hecho hijo de ti mismo también.
––Parece imposible, Víctor, parece imposible que pasándome lo que me pasa,después de lo que ha hecho conmigo... ¡ella!, pueda todavía oír con calma estas sutilezas, estos juegos de concepto, estas humoradas macabras, y hasta algo peor...
––¿Qué?
––Que me distraigan. ¡Me irrito contra mí mismo!
––Es la comedia, Augusto, es la comedia que representamos ante nosotros mismos, en lo que se llama el foro interno, en el tablado de la conciencia, haciendo a la vez de cómicos y de espectadores. Y en la escena del dolor representamos el dolor y nos parece un desentono el que de repente nos entre ganas de reír entonces. Y es cuando más ganas nos da de ello. ¡Comedia, comedia el dolor!
––¿Y si la comedia del dolor le lleva a uno a suicidarse?
––¡Comedia de suicidio!
––¡Es que se muere de veras!
––¡Comedia también!
––Pues ¿qué es lo real, lo verdadero, lo sentido?
––Y ¿quién te ha dicho que la comedia no es real y verdadera y sentida?
––¿Entonces?
––Que todo es uno y lo mismo; que hay que confundir, Augusto, hay que confundir. Y el que no confunde se confunde.
––Y el que confunde también.

(Miguel de Unamuno, Niebla)

El que avisa no traiciona

Andá a comer, pensá bien en lo que me estás diciendo, te estoy por mandar a la mierda...

(Matías Baudino, anunciando que la paciencia amatoria tiene límites, 10/06/2012)

Locura

Formas en que puede terminar este fin de semana largo:
a) Avanzo en todos mis quehaceres académicos y me siento muy satisfecha de mí misma.
b) Me entrego al delirio y al arte, y produzco lo que en el futuro serán grandes obras de la literatura.
c) Aprendo a cocinar y me redimo de todos mis pecados limpiando la casa.
d) Me la paso viendo tele y en facebook, tapada hasta la nariz, quemando valiosas neuronas y poniendo "me gusta" compulsivamente en fotos de gatitos.
e) Hago algo estúpido como dejar abierta una llave de gas y muero tontamente, dejando en claro que nada grande me estaba predestinado.

(María Martínez, a.k.a., Nía Cabellos)

Pessoa hace los retratos más ceñidos al original, y por eso se vuelve un mal caricaturista

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Así soy, frívolo y sensible, capaz de impulsos violentos y absorbentes, malos y buenos, nobles y viles, pero nunca de un sentimiento que subsista, nunca de una emoción que perdure, y se consubstancie con el alma. Todo en mí es esta tendencia a ser de inmediato otra cosa; una impaciencia del alma ante sí misma, como ante un niño cargoso; un desasosiego siempre creciente y siempre igual. Todo me interesa y nada me atrapa. Presto atención a todo, soñando siempre; fijo los mínimos gestos faciales de aquel con quien hablo; recopilo las entonaciones exactas de cada cosa que expresamente dice; pero al oírlo, no lo escucho, estoy pensando en otra cosa, y lo que menos aprehendí de la charla fue la noción de lo que en ella se dijo, tanto por mi parte como por parte de aquel con quien hablé. De modo que muchas veces le repito a alguien lo que ya le repetí, le pregunto de nuevo lo que ya me respondió; pero puedo describir, en cuatro palabras fotográficas, la tensión muscular con que dijo lo que no me acuerdo, o la inclinación de sus ojos al oír con la que recibió el relato de lo que yo no recordaba haberle dicho ya. Soy dos, y entre ambos la distancia -¡hermanos siameses que no están pegados!

(Fernando Pessoa, El libro del desasosiego)

Verdad

‎"Tom Waits has 6 fingers on his left hand, has a 5 octave voice and was once possessed by the spirits of a cotton picking Delta blues man, a 15th century pirate, a one armed piano player and a dentist. Simultaneously."

Muchas nueces

No podré escribir este diario hasta que no sepa el desenlace de mi maldita circunstancia de ahora.
Leer un solo libro. Trabajar un solo poema, un solo cuento. Ello es sinónimo de libertad. Desnudarse. Despojarse de la cantidad, de lo inútil. Un solo amigo. Intensidad y no extensión. He aquí lo difícil. Lo imposible. Mi desorden es atroz.

(Alejandra Pizarnik, Diarios) p330

Básicamente, de eso se trata

 The critic Dale Peck has described the postmodern implosion of the novel perfectly: "This is a tradition that has systematically divested itself of any ability to comment on anything other than its own inability to comment on anything. 

http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/johann-hari/why-i-wont-be-mourning-derrida-6160181.html

(Johann Hari, Why I won't be mourning Derrida)

Muriel Barbery y el cinismo iluminador

Siempre me fascina la abnegación con la que nosotros los humanos somos capaces de dedicar una gran energía a la búsqueda de la nada y a la combinación de ideas inútiles y absurdas. Charlé sobre patrística griega con un joven que estaba redactando una tesis doctoral y me pregunté cómo tanta juventud podía malograrse de esa manera al servicio de la nada. Cuando se piensa bien en que lo que preocupa ante todo al primate es el sexo, el territorio y la jerarquía, la reflexión sobre el sentido de la oración en Agustín de Hipona se antoja relativamente fútil. Desde luego, se argüirá sin duda que el hombre aspira a un sentido que va más allá de las pulsiones. Pero yo replico que dicha objeción es a la vez muy cierta (¿qué decir, si no, de la literatura?) y muy falsa: el sentido es en sí otra pulsión, es incluso la pulsión llevada hasta su grado más alto de realización, pues utiliza el medio más eficaz, la comprensión, para lograr su objetivo. Pues esta búsqueda de sentido y de belleza no es el signo de la elevada naturaleza del hombre que, escapando a su animalidad, supuestamente encontrará en las luces del espíritu la justificación de su ser; no, es un arma afilada al servicio de un fin material y trivial.

(Muriel Barbery, La elegancia del erizo) p.277

Cazador y presa no pueden ser amigos

Me ha buscado tanto, que ahora que me ha encontrado ya no tiene ganas de encontrarme, perdone el trabalenguas pero así es ni más ni menos. Y tampoco yo tengo ganas de ser encontrado. Ambos pensamos exactamente lo mismo, nos limitamos a mirarnos.

(Antonio Tabucchi, Nocturno hindú) p.108

Aceptar

La piedra que fui se ablandó, dejó libre el hueco. Aquel barro que él fue se lavó. Ya cumplimos. Queda el camino limpio.
¿Qué diré ahora? Diré: Bueno. Como la semilla en su ceguera, sin conocer el árbol de mañana.

(Sara Gallardo, Eisejuaz)

Mirada eunuca

A muchos el universo les parece honrado; las gentes honestas tienen los ojos castrados. Por eso temen la obscenidad.

(Georges Bataille, Historia del ojo)

Sé lo que es un fascista cuando lo veo

El juez Potter Stewart, otrora miembro de la Corte Suprema de los Estados Unidos, se cubrió de ridículo a los ojos de casi todos los comentadores al declararse satisfecho, un día de 1964, de la definición más simple posible de la pornografía; su fórmula se volvió famosa: "Sé lo que es cuando lo veo". Los auditores se rieron a carcajadas y unánimemente se le reprochó a esta ocurrencia no ofrecer nada mejor que una apreciación totalmente subjetiva, por lo tanto sin generalización posible y sin ningún valor jurídico, además de caer en lo que a veces se llama el sofisma del elefante (creer que existen en el mundo ciertas cosas muy difíciles de describir pero que al mismo tiempo son perfectamente reconocibles como el elefante). Sin embargo, el juez Potter Stewart enunciaba tal vez con mucha simpleza una definición particularmente adecuada y precisa de la pornografía. De hecho la única definición formal utilizable. Pero tendría que haber seguido con su idea y explicarla más.
En principio, el sofisma del elefante no es tan absurdo. La pornografía, como la belleza, la cualidad o el humor, pertenece a esta clase de cosas curiosas que creemos reconocer todo el tiempo sin poder nunca definirlas.

(Bernnard Arcan, Antropología de la pornografía) p26

Como debe ser

No soy grande, así que guardo mi secreto y se acabó. Así explicó Diego cómo el amor queda guardado en el centro de su vida de chico. Igual que Diego lo guardo yo. No hablo de él ni lo invoco ni lo defino ni lo pido ni lo prometo ni lo recomiendo.

(Sara Gallardo, Los galgos, los galgos) p.268

Y pensar que Phil Elvrum se lamentaba en The Glow pt.2 (sequel)
"it was a mistake to rely on having my treasures seen"
Sara lo cuidó mejor.

Mi perro es inmortal


1939 
Carta 5. [Sin fecha]
Usted es verdaderamente una salvaje. Incluso su dulzura es una dulzura de animal salvaje. Los animales que sacan las garras son siempre mucho más dulces que los otros. Saben contenerse mejor, son más cariñosos, su pelaje es más sedoso, sus pupilas se cierran más fácilmente, pero aun así queda esa agitación imperceptible de la raza, esa posibilidad de sacar repentinamente las garras como usted suele hacer, y el brillo de la mirada en ese momento, de los ojos que no claudican [...]
R.
(Roger Caillois, carta a Victoria Ocampo)

Los insondables

Ella es más misteriosa que todas las evidencias exteriores que usted jamás ha conocido hasta ahora.
Tampoco nunca sabría usted nada, ni usted ni nadie, nunca, cómo ve ella, qué piensa ella de usted y del mundo, y de su cuerpo y de su espíritu, y de ese mal que ella dice que le invade. No sabría decírselo, de ella nada podría usted saber.
Nunca sabría usted, nada ni usted ni nadie, de lo que ella piensa de usted, de esta historia. Por muchos que fueran los siglos que cubrieran el olvido de sus existencias, nadie lo sabría. En cuanto ella, no sabe saberlo.
Porque no sabe nada de ela diría que ella no sabe nada de usted. Se empeñaría en ello.


(Marguerite Duras, El mal de la muerte)

Imaginemos a Clastres cagándose de risa de Dalton y sus dolores de cabeza

Su frenesí ideológico, su voluntad de saqueo de la etnología llega hasta el límite, o sea, hasta la supresión pura y simple de la sociedad primitiva como sociedad específica, como ser social independiente. Dentro de la lógica del discurso marxista la sociedad primitiva, simplemente, no puede existir, no tiene derecho a una existencia autónoma, su ser se determina por aquello que vendrá después de ella, por aquello que es obligadamente su futuro. Los marxistas proclaman, doctamente, que las sociedades primitivas son sociedades precapitalistas. He aquí el modo de organización de la sociedad humana durante milenios, salvo para los marxistas (?). Para ellos, la sociedad primitiva no existe sino rebatida sobre esta figura de la sociedad aparecida a finales del siglo XVII, el capitalismo. Hasta entonces nada cuenta: todo es precapitalista. No se complican mucho la existencia, debe ser relajante ser marxista. Todo se explica a partir del capitalismo porque ellos poseen la doctrina correcta, la llave que abre la sociedad capitalista y, en consecuencia, todas las formaciones sociales históricas. El resultado es que, para el marxismo en general, lo que (mide) la sociedad es la economía y para los etno-marxistas, que van aún más lejos, lo que mide la sociedad primitiva es la sociedad capitalista. Así de simple. Pero aquellos a quienes no arredra un poco de cansancio plantean la pregunta a la manera de Montaigne, La Boétie o Rousseau y consideran lo que ha venido después en relación a lo que había antes: ¿qué ocurre con las sociedades post-primitivas? ¿Por qué aparecen la desigualdad, la división social, el poder independiente, el Estado?

(Pierre Clastres, Investigaciones en antropología política, p.178)

Sarita y la soberanía del mal

[venía Julián montando su caballo...]

Disipó mi furia un incidente. A cargo del oscuro por supuesto, quien a menudo me deparaba las satisfacciones que los malos otorgan a los cobardes haciendo al prójimo crueldades que ellos no osan. Pasábamos la primera casa. Una avanzada perruna se precipitó a bramarnos, acosó a los galgos, nos rodeó. El oscuro perdió la paciencia y con patada fulmínea lanzó al más insolente aullando como alma en pena hasta el horizonte. ¡Qué placer!

(Sara Gallardo, Los galgos, los galgos) p92

Pues claro que es racional, es un invento típico de la razón, uno de los "monstruos" que genera su sueño

La diferencia aducida con frecuencia según la cual el racionalismo es negación del "milagro", y su opuesto afirmación de éste, es manifiestamente falsa o por lo menos muy superficial. Pues la teoría corriente del milagro como ruptura ocasiona de la cadena causal natural por un ser que la habría establecido a ella misma y debería ser por consiguiente señor de ella, es tan "racional" como la que más.

(Rudolf Otto, "Lo sagrado") p14

Sara

Por su familia tuvo y no tuvo suerte. Venía de perros cazadores. Oyó hablar de hazañas. Aquel ardor, aquellas almas. Todos desmesurados.
Primer engaño fue ese, la familia. Segundo su belleza. Nadie dejó de considerarla espléndida.
(...)
La demanda que batía en sus sangres le resultaba entonces de mal gusto. Ajena. Lloraba a solas. Se creía una reina destronada.
Tal vez sólo era débil. Como tantos.

(Sara Gallardo, El país del humo) p107

Encuentre las cinco diferencias entre los buscadores y los fracasados

No es cuento
Fui siguiendo los rastros de un hombre que sufría,
me habían dicho, hambre de buscar y el pobrecito
soñaba con un tesoro fabuloso.
A eso iba yo también y perseguía al hombre
gual un zorro a ver qué caza el puma, iba
espoleando a mi caballo tras ese rastro.

Les cuento nietos míos que sí,
finalmente lo alcancé al buscador;
pero estaba muerto y con las manos vacías.

Sobre su pecho lloré. Lo bajé de las alturas
y aquí estamos los dos para que ustedes nos vean
como si fuéramos uno.

(Jorge Leonidas Escudero, Caballazo a la sombra)

Menos mal que no tuvo la idea de Nacho Vegas de "por favor, defíname la eternidad"

117
La mayoría de la gente enferma por no saber decir lo que ve y lo que piensa. Dicen que no hay nada más difícil que definir en palabras una espiral: es necesario, aseguran, hacer en el aire, con una mano ajena a la literatura, el gesto ascendentemente enroscado y en orden, con que aquella figura abstracta de los resortes o de ciertas escaleras se manifiesta ante los ojos. Pero, desde que no olvidemos que decir es renovar, definiremos sin dificultad una espiral: es un círculo que sube sin que nunca llegue a cerrarse. Sé perfectamente que la mayoría de la gente no se animaría a definirlo así, porque supone qeu definir es decir lo que los demás quieren que se diga, y no lo que es preciso decir para que algo resulte definido. Mejor dicho: una espiral es un círculo virtual que se desdobla subiendo sin que nunca se realice. Pero no, aún así la definición es abstracta. buscaré lo concreto, y todo resultará claro: una espiral es una cobra sin cobra enroscada verticalmente en nada.
Toda la literatura consiste en un esfuerzo por volver la vida real. Como todos saben, aún cuando actúen sin saber, la vida es absolutamente irreal, en su realidad directa; los campos, las ciudades, las ideas, son cosas absolutamente ficticias, hijas de nuestra compleja sensación de nosotros mismos. Son intransmisibles todas las impresiones, salvo si las convertimos en literarias. Los niños son muy literarios porque dicen las cosas del modo que las sienten y no como debe sentir quien siente según la opinión de otro. Una vez oí a un niño que dijo, queriendo decir que estaba al borde del llanto, no estúpidamente como lo haría un adulto, "Tengo ganas de llorar", sino que dijo: "¡Tengo ganas de lágrimas!". Y esta frase, absolutamente literaria, a tal punto que resultaría afectada en un poeta consumado, suponiendo que fuera capaz de decirla, se refiere resueltamente a la presencia adiente de las lágrimas, irrumpiendo en los párpados que saben de la pena a punto de derramarse. "¡Tengo ganas de lágrimas!" Sí, aquel niñito supo definir su espiral
¡Decir! ¡Saber decir! ¡Saber existir por al voz escrita y la imagen intelectual! No hay nada que valga más en la vida: lo demás son hombres y mujeres, supuestos amores y vanidades ficticias, subterfugios de la digestión y del olvido, gente revolviéndose, como bichos cuando se alza una piedra, bajo el gran empedrado abstracto del cielo azul sin sentido.

(Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)

La imagen reflejada no es el ser sino su misterio

Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: qué misteriosa soy.

Soy tan delicada y fuerte.

Y la curvatura de los labios conservó la inocencia.

No hay hombre ni mujer que no se haya mirado en el espejo

y no se haya sorprendido consigo mismo.

Por una fracción de segundo nos vemos como un objeto a observar.

A esto lo llamarían tal vez narcisismo, pero yo lo llamaría: alegría de ser.

Alegría de encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interna:

ah, entonces es cierto que no me imaginé, yo existo.


(Clarice Lispector)

Las lecturas posibles

Apenas una ráfaga
Cuando en la aislada oscuridad de la choza de mi selva recorro los textos que guardo en la memoria, se alumbran los recuerdos que mil veces despertaron mis anhelos sexuales.
San Agustín, en el invierno de su existencia, se culpaba por haber cedido a la atracción que emanaba del bello cuerpo de un compañero de juventud. Sin embargo, no sentía culpa por haber abandonado a su mujer en la mitad de la vida, cambiándola por varones con los que convivió hasta el final.
Antonio el Eremita se abismó en el desierto buscando purificarse. Y como sin tentación no hay virtud, a falta de aparatos televisivos u otros estímulos impensables por aquellos tiempos, las seducciones se filtraban entre los remolinos de arena ofreciéndole espejismos de coitos aberrantes, vaginas vomitando lagartos, anos atravesados por renacuajos, senos brotando lentamente de cuerpos aduraznados, muslos dorados, guiños de lentejuelas entre los que el santo varón besaba vaporosas bocas como quien saborea cerezas maduras.
El romano Tiberio entregaba su sexo a las mucosas tibias y desdentadas de los lactantes. En la cueva azul caprina los senos chorreantes de las nodrizas seducían desde lejos a infantes hambrientos colocados entre las piernas del señor. Los bebitos, al no poder alcanzar el jugo de las robustas matronas, se prendían golosos al glande real. Las viscosidades surgían desde las profundidades del vientre néctar. El emperador gozaba tiernamente lameteado por sus pececitos.
El tebano Edipo coincidió con la voluptuosidad de su madre. La tragedia reciclada por el psicoanálisis habla de crímenes, acertijos y suicidios, nada dice, en cambio, sobre la indudable connivencia entre madre e hijo. Y, a pesar de que el mito sembró pistas acerca de los sobreentendidos de la pareja, no sabemos por qué ni a Freud le interesó investigarlos.
Las bíblicas hijas de Lot emborracharon a su cándido padre y lo manosearon, refregaron y chuparon hasta provocarle dos erecciones sucesivas, mediante las cuales lograron sendas fecundaciones incestuosas. De más está decir que el papá no se dio cuenta de nada.
Otra joven bíblica, en este caso esclava, cuyos ojos no envidiaban la transparencia de la miel del Líbano, fue violada y embarazada por su propietario en una cama preparada por la mujer de éste, la honorable Sara.
En el Nuevo Testamento, una esposa adolescente dio a luz sin haber cohabitado con su esposo y, en lugar de sufrir repudios -como lo exigirían los códigos morales-, logró muy alta estima no sólo de su consciente marido sino también de legiones de admiradores.
Mis oraciones concluyen cuando comienzan las fantasías surgidas de tantos textos sagrados y profanos que, como goteras empedernidas, repiquetean en mi cabeza. Rezar antes del solitario regodeo me otorga una especie de licencia para gozar. Me arrojo en mi camastro y escucho los cuchicheos del pasado mientras mis manos tanteándome en presente me brindan una especie de felicidad, apenas una ráfaga. Eso me basta para entrar sosegado en el sueño. Pasarán unas horas, al alba bajaré al río en busca de agua fresca. Luego subiré el escabroso sendero donde trinan las aves como si acompañaran mis himnos sagrados. ¿Aparecerán las mariposas amarillas?

(Esther Díaz, El himen como obstáculo epistemológico, 2005)

-¿Está trabajando en un nuevo libro?

- Siempre estoy con un libro, pero no puedo usar el verbo trabajar. Escribir es lo contrario del trabajo. Y no entiendo al escritor que habla del miedo a la página en blanco. ¿Qué quiere? ¿Encontrarla ya escrita? Si me despertara una mañana y encontrara la página ya escrita, me asustaría: ¿es que me la ha escrito un fantasma? La página tiene que estar en blanco, y la ensucio yo.

(Erri de Luca, link a la entrevista)

Bataille y el método de des-cosificación del tigre


Si entra en el ciclo de las acciones útiles, como medio y no como fin, el animal es reducido a cosa. Pero esta reducción es la negación de lo que es a pesar de todo: el animal sólo es una cosa en la medida en que el hombre tiene el poder de negarlo. Si ya no tuviéramos este poder, si hubiéramos perdido la capacidad de actuar como si el animal fuera una cosa (si nos derribara un tigre), el animal ya no sería en sí una cosa: no sería un mero objeto, sino un sujeto que tendría para sí mismo una verdad íntima.
(...)
No hay nada de arbitrario en las restricciones sexuales; todo hombre dispone de una cantidad limitada de energía, y si dedica una parte de ella al trabajo, le falta para la consumación erótica, que se ve disminuida en la misma proporción. Así, la humanidad, en el tiempo humano, anti-animal, del trabajo, es la que nos reduce a cosas y la animalidad es entonces lo que preserva en nosotros el valor para sí mismo de la existenca del sujeto.
Esto merece expresarse en fórmulas precisas.
La «animalidad», o exuberancia sexual, es en nosotros aquello por lo que no podemos ser reducidos a cosas.
La «humanidad», al contrario, en lo que tiene de específico, en el tiempo del trabajo, tiende a transformarnos en cosas, a expensas de la exuberancia sexual.

(Georges Bataille, El erotismo)

La pedagogía que necesitaba...

Cuánto celebro haber leído el primer ensayo de El maestro ignorante, de Jacques Rancière... como para contradecir su método, expongo lo que a mí me resultó significativo: la enseñanza no se reduce a transmisión de, sino a un encerrar (lejos del sentido foucaultiano) de manera tal que quede clara la necesidad de salir, y la adquisición de la conciencia de que para lograrlo la capacidad está dada. Dice:
"(...) se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumno, es decir, si se le obliga a usar su propia inteligencia. Maestro es el que encierra a una inteligencia en el círculo arbitrario de donde sólo saldrá cuando se haga necesario para ella misma. Para emancipar a un ignorante es necesario y suficiente con estar uno mismo emancipado, es decir, con ser consciente del verdadero poder del espíritu humano."*
Y la nota genial es que Jacotot parece ser que efectivamente lo hizo. Teniendo presente que la transmisión en términos tradicionales como movimiento de un sabio a un ignorante no tiene sentido, sino que de lo que se trata es de aprender a traducir algo que aparece en un primer momento como incomprensible y adaptarlo al resto de los conocimientos con que se contaba, dio clases de pintura y piano, materias en las que era completamente ignorante. Lo relevante era que en el juego voluntad-inteligencia, cada quien aprendería lo que quisiera, lo que necesitara, o nada, pero lo haría por sí mismo en base a sus capacidades inherentes.
En fin, esto pasó de cita a euforia mía.

*(Jacques Rancière, El maestro ignorante, primer cap. Una aventura intelectual)

Bruta genialidad argentina que podría estar en el top de los tops

Yo soy Eisejuaz, Éste También, el comprado por el Señor, el del camino largo. Cuando he viajado en ómnibus a la ciudad de Orán he mirado y he dicho: «Aquí descansamos, aquí paramos». Allí mi padre, ese hombre bueno, allí mi madre, esa mujer animosa con el hijo de encargue, allí tantos kilómetros saliendo del Pilcomayo a pies hicimos por la palabra del misionero. Allí mis dos hermanos. Allí yo, Eisejuaz, Éste También, el más fuerte de todos. Veo y digo: «Aquí se descansamos, aquí paramos». Los lugares no tenían nombre en aquel tiempo.
He visto esos lugares desde el ómnibus una vez, cuando fui a la ciudad de Orán a pedir el primer consejo, en aquel tiempo en que tuve los sueños. Pero llegó un día en que no fui a ninguna parte: ni a Orán, ni a Tartagal, ni a Salta, ni tampoco trabajé más en el aserradero. Hice la casa de paja colorada pasando las vías del tren, y esperé el momento que el Señor me anunció. Esperé al que me iban a mandar.
---
[cargaba al Paqui, y cuenta]
Había mucho barro. Me caí. Aquel hombre se quejó. También me caí otra vez. También se quejó. Quedé lleno de barro entonces, con semejante mugre. Cuando pasaos por el almacén de Gómez los camioneros dijeron: «Ahí va Vega. Encontró su tesoro». Y a Paqui: «Vas en carroza, carroña».
Di una vuelta grande para no cruzar por el aserradero, llegué a mi casa, dejé a ese Paqui en un rincón, calenté la sopa de pescado, hablé al Señor. No supe con qué palabras, solamente le dije: «Aquí estoy, aquí estoy».
Llovió mucho esas noches, llovió esos días, ya no había ropa seca, nada no había.
El Paqui era un estropeado, un paralizado, un enfermo. Yo no sabía su nombre. Le saqué las ropas y las puse al lado del fuego. Me saqué las ropas y las puse al lado del fuego. Pero el agua entraba por la puerta.
Dijo:
-Algún día podés encontrarte como estoy yo.
Dije:
-Ya estuve sucio, ahora estoy desnudo. ¿Qué más querés?
Dijo:
-Todos ustedes son sucios y desnudos. Te podés quedar duro, y hacerte encima las suciedades; tener hambre y morder el bocado en la tierra. Y tener a las mujeres con el pensamiento. Es lo que te digo. Así podés quedar. Así quiero verte.
«Aquí estoy, aquí estoy.» Di la sopa de pescado a aquel hombre y se quedó dormido en el rincón. Dormido, en aquel rincón.
Dije al Señor: «No dejes que me arrepienta».

(Sara Gallardo, Eisejuaz)

Teoría social, teoría del mal y teoría de la intuición en la literatura de ciencia ficción

Las demostraciones del mal son la sal de la vida para Willa Mayhew, y nada me gusta más que alentarla en ese aspecto.
Todo lo que la humanidad ha llegado a ser y todo lo que ha producido no se remonta al arco y la rueda sino mucho más atrás, al reconocimiento de líneas rectas y superficies planas. Cuando se constriñe a un ser humano se lo encauza, como al agua en una tubería, y cuanto menor es el diámetro mayor es la presión. Y no digamos el control que se adquiere sobre ella... Acusarme de ir contra lo natural es no entenderme. Prefiero un seto de boj a una buganvilla, porque esta última no hace más que extenderse mientras que el boj cuanto más se lo poda más espeso se vuelve, y acepta que se lo guíe en cualquier dirección y siempre está sano. Elegir plantas que prosperan bajo la disciplina es el secreto de los negocios y también de los individuos.
Yo no me guío por reglas generales, pero si lo hiciera, negaría de plano un préstamo bancario a cualquiera que, en el primer encuentro, fuera lo que llaman «cálido» o (erróneamente) «humano» o seductor o jovialmente halagador. Que esas personas crezcan como hierba mala en tierra ajena. Yo me rodeo de costumbres, personas, actividades y plantas que puedan ser contenidos y dirigidos. Me precio de que no existe pasión ni circunstancia emocional que pueda nublar mi clara visión de su valor ni mi habilidad para encontrarle un rumbo.
Todo lo cual me lleva otra vez a Willa Mayhew y al placer que siento en su compañía, pues en mí esas cosas son cosas aprendidas, producto de un largo y arduo y resuelto esfuerzo. Willa nació con ellas o las adquirió muy joven. Su instantánea y completa comprensión de esas verdades nunca deja de asombrarme, y confirma mi convicción de que la intuición no es un salto mágico de la premisa a la conclusión sino una forma de cómputo superveloz en el cual los pasos individualmente razonados pasan con demasiada rapidez para poder retenerlos en la memoria... pero esos pasos existen.

(Theodore Sturgeon, Cuerpodivino) p. 124

Ahí está, antes que nosotros mismos

No trato, por consiguiente, de hacerles decir a los "autores" que analizo algo que de alguna manera ya sabía de antemano; como si el misterio existiera para convertirse en ejemplo de un valor a priori.

(Oscar del Barco, La intemperie sin fin) P.8

Alguna vez dijo Gabriel...

_ Señor barquero.
_ Dígame Burgundi.
_ Burgundi. ¿Hacia dónde íbamos?
¿En dónde estamos?

_Estamos en un río de datos,
no es información (aún), es puro; y
fluye hacia donde usted quiere,
pero lo ve: está quieto.

_Busco soluciones Burgundi_,
lo interrumpí, en un adelantamiento
de ideas. Pero no sé ahora
si quiero salvarme o si quiero salvarla.

Tengo mis dudas y preguntas:
necesito un buscador de soluciones.
_ ¿Ella está sobre tierra firme?
señor, discúlpeme, yo también estoy divagando.

_Ella partió antes, en otro bote.
No se fué sola, se llevó amigos.
Yo estoy solo para colmo.
_No señor, tiene a su barco.

Y dijo esto Burgundi y tocó
el puerto con su remo, y pesadamente
nos despegamos de la tierra,
nos arrastrábamos, como quien dice
por esos datos que aún no tomaban un rumbo.

_Burgundi_, le dije, volviendo a mí luego de una letargia.
_este, este es mi río?¿este es mi río...
_Así es señor estos son sus datos,
y sólo le diré que no puedo decir de donde vengo.

_Voy a volverme loco porque quiero salvarla.
Burgundi rememos, tengo la esperanza,
aunque puesta en un río que no fluye.
¡Quiero salvarla pero primero tengo que salvarme!


II (El pensamiento de Burgundi)


_¡No sé!_. _Señor, tranquilícese.
Vamos a alcanzarla, dígale que la aprecia,
aunque ella no le vea, dígale que la ama,
aunque nadie lo entienda;
no le hable de la hermana,
no le hable de la madre,
no le hable del padre,
no le hable del hermano.
Abrácela fuerte. Córtele los remos,
bésela y pásela a este barco.


III

La realidad es que cualquiera puede ver estos ríos de datos
ahora, y manejarlos a su antojo, aunque esto no funcione con todos.
De esta forma se crean diversos libros para elegir
que hacen que el cauce fluya para muchos, y se detenga para otros.
Los libros son creados por los líderes, políticos,
y gente, como cualquiera que conoce de los cursos de la vida,
que solamente trata de beneficiarse.

IV

_De cualquier forma, mi estimado
caballero, dueño de sus remos.
Nos iremos por el río.

V

Los viajeros no se salvan,
se aventuran y no dan marcha atrás,
hasta quedar conformes.

VI

Lo que no se acaba es perder el tiempo.

Gabriel (http://zonape.blogspot.com/2009/09/senor-barquero.html)

Todo y nada, el ida y vuelta de sentir mucho

Boqueteros
todo me afecta nada me afecta todo me afecta nada me afecta todo me afecta nada me afecta todo
camino como tipeo
nada me afecta
todo me duele
todo me afecta
hoy busco afuera
porque lo de adentro no me sirve
todo me afecta
una traffic blanca que estalla frente a tu casa
hace estallar tu corazón
que late 90 veces por minuto
en pedazos de nieve roja
nada me afecta
la cana se lleva a un pibe
que deja olor a miedo
en la calle
el olor a miedo es como el de la panadería
pero a la inversa
nada me afecta
sentir
todo
amor
me afecta
no creo en nada
elijo no creer
que no es lo mismo
nada me afecta
tu cara a través del vidrio empañado
mientras el auto empieza a moverse
no verte nunca más
todo me afecta
tu cara
sus caras
sin cara
mi cara deforme
por la tristeza
que no entiendo
todo me afecta
sentir es duro
busco afuera porque adentro no sirve
soy una cascara seca
con cosas
en bolsas
y ganas de llorar
nada me afecta
no me importa
y me cruzo de brazos
no me importa
porque nada me afecta
nada me importa
hasta que bajo al subte
bien abajo
y cuando llego al final de la estación
lloro desconsoladamente por 90 latidos
frente al mundo impasible que me mira
con la boca abierta
hasta que llega el subte
y pueden subir
y viajar a sus casas
en donde comentaran los túneles
y el tiempo
y las coincidencias

Por qué estar loco y ser cobarde

-¿Es verdad que te has vuelto loco, Ferdinand? -me pregunta ella un jueves.
-¡Lo estoy! -confesé.
-¿Y aquí van a cuidarte?
-El miedo no puede cuidarse, Lola.
-¿Tanto miedo tienes?
-Más todavía, Lola; tanto miedo, fíjate, que si algún día me muero de muerte natural, dentro de muchos años, no quiero que me incineren. Quiero que me dejen pudrir en tierra, en el cementerio, tranquilamente; allí, pronto a resucitar, tal vez... ¿Quién sabe? Mientras que si me redujeran a cenizas, Lola, comprende, todo habría terminado, terminado por completo... Un esqueleto, a pesar de todo, aún se parece un poco al hombre... tiene más posibilidades de revivir que las cenizas... Las cenizas es el final... ¿Qué te parece?... Así, pues, la guerra...
-¡Oh! ¡Eres un cobarde, Ferdinand! ¡Eres repugnante como una rata!...
-Sí, cobarde del todo, Lola; rechazo la guerra y cuanto implica. No la deploro... No me resigno, yo... No lloriqueo sobre ella, yo... La rechazo sin más, con todos los hombres que contiene; no quiero nada con ellos, con ella. Aunque ellos fueran novecientos noventa y cinco millones y yo estuviera solo, ellos son los equivocados, yo quien tiene razón, porque soy el único que sabe lo que quiere: yo no quiero morir.
-¡Pero es imposible rechazar la guerra, Ferdinand! Únicamente los locos y los cobardes rechazan la guerra cuando la patria está en peligro...
-¡Entonces vivan los locos y los cobardes! O mejor: ¡sobrevivan los locos y los cobardes! ¿Te acuerdas, Lola, por ejemplo, de un solo nombre de los soldados que murieron en la guerra de los Cien Años?... ¿Has tratado de conocer a uno solo de esos nombres? ¿A que no? ¿Nunca has indagado? Te resultan tan anónimos, indiferentes y más desconocidos que el último átomo de este pisapapeles que tenemos frente a nosotros, que tu caca matinal... ¡Ya ves que murieron por nada, Lola! ¡Por absolutamente nada, esos cretinos! ¡Te lo aseguro! ¡Pruebas cantan! Sólo cuenta la vida. Dentro de diez mil años te apuesto a que esta guerra, por muy importante que nos parezca en este momento, estará por completo olvidada... Apenas si una docena de eruditos se engrescarán todavía, aquí y allá, en la ocasión y a propósito de las fechas de las principales hecatombes con que fue ilustrada... Es todo cuanto los hombres han logrado, hasta el momento, encontrar de memorable a propósito de unos y otros, a algunos siglos, a algunos años e incluso a algunas horas de distancia... No creo en el porvenir, Lola...
En cuanto descubrió hasta qué punto fanfarroneaba de mi vergonzoso estado, dejó de compadecerme... Me juzgó definitivamente despreciable.
Decidió dejarme en seguida. Era demasiado. Aquella noche, al acompañarla hasta el portillo de nuestro hospital, no me besó.
Decididamente le era imposible admitir que un condenado a muerte no tuviera al mismo tiempo la vocación.

(Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche) p. 54-56

Jardinería, o por qué Chauncey Gardiner no tiene interrogantes metafísicos

Si viviésemos en jardines, no habría sido posible la religión. Su ausencia nos ha empujado a anhelar el paraíso. El espacio sin flores ni árboles impele a los ojos a mirar al cielo y recuerda a los mortales que su primer antepasado hizo un breve alto en la eternidad y descansó fugazmente a la sombra de los árboles. La historia es la negación del jardín.

(Emil Cioran, Breviario de los vencidos) P.16

Dos asombros

1) Bajo este cielo oscurísimo y los gritos del mar, si la luna ahora naciese, un hombre podría morir de felicidad creyendo que se moría de angustia, de miedo, de soledad.

2) Se callaron los otros, comprendían que faltaba por decir la última palabra, si es que realmente existe para todas las cosas una última palabra, lo que plantea la delicada cuestión de saber cómo quedarán las cosas después de haberse dicho todo sobre ellas.

(José Saramago, La balsa de piedra)

¡Encontré algo suyo! Suicidado por preferir el no-ser al ser, quien vio el tiempo es resultado de un Dios autodestruído por preferir el no-ser

Las lágrimas que derrama el hombre en el sepulcro de su esperanza,
¿son rocío por el esplendor juvenil? ¿Son bendiciones
para que el hombre arraigue? ¿O son las gotas de sabia
que el árbol resecan, cuando su médula está
herida de muerte?
Como nubes que en la noche otoñal tormentosas restallan,
así persiguen mi alma pensamientos de muerte.
Por ti contendré el dolor; pero, dirás, tú también lo sientes.

(Philipp Mainländer)

Apocalipsis Hume-ante

(...) si una causa cualquiera pudiese ser perfectamente simultánea a su efecto, ciertamente todas las causas deberán serlo también, pues aquella que demore su operación por un solo momento dejará de actuar en ese preciso tiempo particular en que podía haber actuado y, por consiguiente, no será propiamente causa. La consecuencia de esto sería nada menos que la destrucción de la serie causal que observamos en el mundo y, de hecho, la absoluta aniquilación del tiempo.

(termina el párrafo y larga con la gran gran gran enjuagada de manos)

Si este argumento parece satisfactorio, bien. Si no, ruego al lector me conceda la misma libertad que me he tomado en el caso anterior, suponiendo que sí lo es, pues verá que la cosa no tiene gran importancia.

(David Hume, Tratado de la naturaleza humana) P. 179-180

Pequeña travesía, filosófica

Nada hay más admirable que la rapidez con que la imaginación sugiere sus ideas y las presenta en el instante mismo en que se habían hecho útiles o necesarias. La fantasía corre de un extremo a otro del universo al reunir las ideas que corresponden a cualquier asunto.

(David Hume, Tratado de la naturaleza humana) P. 114

Qué lindo cuando los inteligentes, fieles al principio de identidad, son inteligentes

(...) con la autoridad nunca se debe ser irónico, si no entienden la ironía, no vale la pena, y si la entienden, peor.

(José Saramago, La balsa de piedra.) P. 140-141

Erotismo salvífico

(...) antes de que siguiera hablando, cosa que terminaría por delatar su identidad, yo le respondía que no abriera la boca o hacía shhh, y él se callaba y seguía follando sin decir una palabra, tal era el poder de convicción o de convencimiento o de disuasión que mis gestos habían adoptado.
Un poder casi sobrenatural, llegué a pensar alguna vez (aunque acto seguido me burlaba de estos pensamientos), que obligaba a callar a seres de común charlatanes, como el boloñés, o que convertía en tumbas a seres silenciosos como el libio, un poder que dejaba de golpe sin preguntas a seres carcomidos por la curiosidad, que instauraba un espacio de silencio y oscuridad artificiales donde yo podía llorar y retorcerme de dolor, porque lo que hacía no me gustaba, pero también donde podía correrme todas las veces que quisiera y donde podía caminar (o palpar la superficie de la realidad con la yema de mis dedos) sin hacerme ninguna ilusión, sin engañarme, no conociendo el significado de todo pero sí conociendo el resultado final de todo, sabiendo por qué las cosas están donde están, con un grado de lucidez que ya no he vuelto a poseer aunque a veces la adivino allí, agazapada en mi interior, reducida, desmembrada, por suerte para mí, pero aún en mi interior.

(Roberto Bolaño, Una novelita lumpen) P. 128-129

No vas a poder ni siquiera callarte

(...) como he de morirme y nadie puede reemplazarme en esa muerte, la muerte, que puede sorprenderme ahora mismo, es la posibilidad de que todo lo que me es posible me sea imposible.

(Vicente Fatone, Introducción al existencialismo)

Entrevista de Vicente Zito Lema al enorme Jacobo Fijman, ¿quién sabe qué es la filosofía?

¿Por qué está internado en este sitio?
Según los médicos debido a que estoy enfermo. Trastornos mentales. Yo creo sin embargo que la mayoría de la gente padece de trastornos mentales, incluso los propios médicos. ¿O acaso la mayoría de los que están en los almacenes y en las tiendas es gente de razón? ¡Ninguna! Y los médicos por ejemplo, el que más o el que menos padece de psicosis. ¿Y es que alguien sabe lo que es el alma, lo que es el intelecto? Pero así como hay muchos delincuentes que han cometido delitos, y trabajan y no los tocan para nada, también una persona por más loca que fuera, si trabaja no la internan. Cuando a mí me internaron, hacía más de una semana que estaba en la calle, sin comer, sin dormir. Me llevaron en ese estado desfalleciente a Villa Devoto, me tuvieron dos días, y luego me trajeron aquí. Eso fue en el año 1942. Me aplicaron el electroshock. Se ve que querían sacarme la enfermedad del cuerpo. Pero yo no me quejo. De qué tendría que quejarme. Los médicos son buenos. Hacen lo que pueden. Recetan, dan consejos. . . Y además, si me fuera de acá, ¿adónde iría? No tengo nada. No tengo a nadie.

Lo que se pregunta Joanna Newsom y lo que se contesta, ¡en una canción titulada Only Skin!

What is it I do to you to keep you warm?
Being a woman, being a woman.

(Joanna Newsom, Only Skin)

Resemantizar

-La cosmética, ignorante, es la ciencia del orden universal, la suprema moral que determina el mundo. No es culpa mía si las esteticistas han recuperado esta admirable palabra.

(Amélie Nothomb, Cosmética del enemigo)

Cuando las locas se juntan y miran hacia atrás en la foto que tienen delante

La foto no es buena, pero salta a la vista la militancia sexual del grupo que la compone. Enmarcados en la distancia, sus bocas son risas extinguidas, ecos de gestos congelados por el flash del último brindis. Frases, dichos, muecas y conchazos cuelgan del labio a punto de caer, a punto de soltar la ironía en el veneno de sus besos. La foto no es buena, está movida, pero la bruma del desenfoque aleja para siempre la estabilidad del recuerdo. La foto es borrosa, quizás porque el tul estropeado del sida entela la doble desaparición de casi todas las bocas.

(Pedro Lemebel, Loco afán)

Caminar llorar caerse al pozo

Lola Paniagua

Contra ti he intentado irme alejarme
la clausura requería velocidad
pero finalmente eras tú la que abría la puerta
Estabas en cualquier cosa que pudiera
caminar llorar caerse al pozo
y desde la claridad me preguntabas por mi salud
Estoy mal Lola casi no sueño

(Roberto Bolaño, Los perros románticos)

Marosaaaaaa, calmate y calmame!

Juan y Danilo la habían olvidado. Creyó oír que se reían de ella, criticando su singularidad. ¿Qué hacer? Pensó: Bebieron de mí. Los dos. Estuve en la cruz con cada uno. Pero me salvé. A ver si llego a la gran ocasión.
Y mejor no quedar más sola encinta. Es raro. Es raro. Me di cuenta. Es demasiado raro eso. Es rarísimo. No puede ni debe ser.
Fue y dio vueltas a la bromelia.
Pero a la noche sonó como un violín. Sin quererlo. Su útero, qué pocillo extremo, quedó enseguida ocupado.
Se desenvolvía otro ser ahí a paso agigantado. Tuvo que usar corpiños para disimular la leche que corría prematura y sin remedio. Le crecía el vientre.

(Marosa di Giorgio, Rosa Mística)

Con gran esfuerzo me acerco al límite.
Pero no sé seguir.

(Marosa di Giorgio, Lumínile)

Kawabata y su hermosa capacidad para sugerir

-¿La chica del tranvía? Bien, podría ser si es sólo para un saludo de bienvenida.
Takichiro había estado bebiendo antes de que llegara la geisha, así que deliberadamente salió afuera. Cuando la geisha vino para acompañarlo, él le preguntó:
-¿Todavía muerdes?
-Tienes buena memoria. No te morderé. Saca la lengua.
-Tengo miedo de hacerlo.
-De veras, no te morderé.
Takichiro sacó la lengua. Sintió una suave calidez dentro de la boca.
Acarició suavemente la espalda de la muchacha.
-Te has vuelto bastante depravada.
-¿Esto es depravación?

(Yasunari Kawabata, Kioto)

Miralo vos cómo gritaba desde la edad media

¡Dolor, las cosas dulces, cómo nos conciernen!
Veo cómo en la miel la amarga hiel se cierne.
Por fuera el mundo es bello, blanco, verde y rojo,
mas cual la muerte negro por dentro y tenebroso.
Quien fuera seducido por él, que se consuele:
de gran culpa redime la penitencia leve.
Caballeros, pensad en ello: es cosa vuestra;
portáis yelmos lucientes, muchas corazas férreas,
los mejores escudos y benditas espadas.
¡Si de victoria digno Dios sólo me juzgara!
Entonces yo, hombre pobre, obtendría rico pago.
No digo feudos, no de señorial oro halago:
quisiera yo llevar, eterna, esa corona,
que el mercenario sólo con su lanza cobra.
Si pudiera hacerme, como ansío, a la mar,
cantaría “salud”, y “dolor” nunca jamás,
¡”dolor”, nunca jamás!

(Walther Von der Vogelweide)

Ah, miralo vos al tipo, ahí está el problema... "¿por qué me has olvidado?"

No llora por averle amor llagado
que no le pena verse así affligido
aunque en el coraçón está herido
mas llora por pensar que está olbidado.

(San Juan de la Cruz, El pastorcico)
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