(...) si una causa cualquiera pudiese ser perfectamente simultánea a su efecto, ciertamente todas las causas deberán serlo también, pues aquella que demore su operación por un solo momento dejará de actuar en ese preciso tiempo particular en que podía haber actuado y, por consiguiente, no será propiamente causa. La consecuencia de esto sería nada menos que la destrucción de la serie causal que observamos en el mundo y, de hecho, la absoluta aniquilación del tiempo.
(termina el párrafo y larga con la gran gran gran enjuagada de manos)
Si este argumento parece satisfactorio, bien. Si no, ruego al lector me conceda la misma libertad que me he tomado en el caso anterior, suponiendo que sí lo es, pues verá que la cosa no tiene gran importancia.
(David Hume, Tratado de la naturaleza humana) P. 179-180
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