Chupate esa mandarina

Polo: -¿Pero cómo? ¿No me será permitido decir cuanto desee?
Sócrates: -Algo tremendo te sucedería, en verdad, ilustre, si al llevar a Atenas, el lugar en que hay mayor libertad de expresión de toda la Hélade, te vieras, tú solo, privado de ella. Pero considera el lado opuesto. Si tú hablas largamente y no quieres responder a mis preguntas, ¿no me sucedería algo tremendo también a mí, si no me fuera lícito irme y dejar de escucharte?

(Platón, Gorgias, 461e-462a)

Un fucking genio

(...) si en el curso de estas investigaciones [habla de su libro Cartas...]halláseis algún tipo de referencia a una determinada escuela filosófica, atribuidlo antes a mi incapacidad que a esos principios.

(Friedrich Schiller, Cartas para la educación estética del hombre)

Alerta sobre lo que podría pasar si se carece de creatividad

La consecuencia de "quitarle demora al deseo" es que se le quita deseo a la demora.

(Zygmunt Bauman, La globalización. Consecuencias humanas)

Más o menos como las quimeras de cada uno de las que hablaba Baudelaire

Yo he heredado -yo, el Gaël- sólo los deslumbramientos, ¡ay!, del sublime soldado, y de sus esperanzas. Vivo aquí, en Occidente, en esta vieja ciudad fortificada a la que me encadena la melancolía. Indiferente a las preocupaciones políticas de este siglo y de esta patria, a las fechorías pasajeras de quienes la representan, me detengo cuando los atardeceres del solemne otoño inflaman la nublada cima de los bosques circundantes. Entre resplandores de la aurora camino, solo, bajo las bóvedas de las negras avenidas, como el Abuelo caminaba bajo las criptas del brillante obituario. También, por instinto, evito, no sé por qué, los nefastos claros de luna y los malignos contactos humanos. ¡Sí, los evito cuando camino así, con mis sueños!... porque siento, entonces, que levo en mi alma el reflejo de las estériles riquezas de un gran número de reyes olvidados.

(Villiers de L'Isle Adam)

Ay, ay, ay, haciendo doler con tanta gravedad

La risa funesta

Dile al Capitán Ironía que deje de perdonar tantas vidas,
que yo prefiero morir.
Me señala con su nariz,
se la rompo en sueños,
y me dice, tú no te quieres morir.

Codos y rodillas, muevo los pies
y me acuerdo de un paso de baile que yo me sé.
Oigo su risa, levanto la vista
y el agua en el grifo que corre y que corre más.
¿Cómo puedes hablar con tanta gravedad?

Si es lo más tonto del mundo,
yo no te puedo engañar.
Siempre te olvidas por eso te cuidas tan mal...
es normal...

Me señala con su nariz
ese del espejo,
y me dice, hoy tú no vas a salir.
No hay mucho más que decir.

(Enric Montefusco, canción perteneciente al disco Vivalaguerra)
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