Polo: -¿Pero cómo? ¿No me será permitido decir cuanto desee?
Sócrates: -Algo tremendo te sucedería, en verdad, ilustre, si al llevar a Atenas, el lugar en que hay mayor libertad de expresión de toda la Hélade, te vieras, tú solo, privado de ella. Pero considera el lado opuesto. Si tú hablas largamente y no quieres responder a mis preguntas, ¿no me sucedería algo tremendo también a mí, si no me fuera lícito irme y dejar de escucharte?
(Platón, Gorgias, 461e-462a)
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