Marosaaaaaa, calmate y calmame!

Juan y Danilo la habían olvidado. Creyó oír que se reían de ella, criticando su singularidad. ¿Qué hacer? Pensó: Bebieron de mí. Los dos. Estuve en la cruz con cada uno. Pero me salvé. A ver si llego a la gran ocasión.
Y mejor no quedar más sola encinta. Es raro. Es raro. Me di cuenta. Es demasiado raro eso. Es rarísimo. No puede ni debe ser.
Fue y dio vueltas a la bromelia.
Pero a la noche sonó como un violín. Sin quererlo. Su útero, qué pocillo extremo, quedó enseguida ocupado.
Se desenvolvía otro ser ahí a paso agigantado. Tuvo que usar corpiños para disimular la leche que corría prematura y sin remedio. Le crecía el vientre.

(Marosa di Giorgio, Rosa Mística)

Con gran esfuerzo me acerco al límite.
Pero no sé seguir.

(Marosa di Giorgio, Lumínile)

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