Variaciones

"(...) la vista toca y el tacto ve. Rompan un solo momento el ciclo y se caen. La vista camina o la vida cesa. El que no sabe caminar pone un pie delante del otro; el que sabe caminar pone un ojo delante de cada zapato.
Ahora bien, fácilmente esa burbuja fluida se atasca como a lo largo de un nivel de agua, mientras que cualquier estaca cae no bien el suelo se inclina un poco. ¿A partir de qué inclinación, durante la escalada, pones las manos y, durante el descenso, te levantas? Cuestión que de inmediato da cuenta de tu edad y de tu estado homínido. La diversidad, aquí, da risa: uno permanece en cuatro patas en una pendiente que su cuerpo todavía considera vertical cuando su vecino, que lisa y llanamente se encuentra en la horizontal, desde hace un momento se ha levantado. En la vecindad uno del otro se encuentran, pues, en la misma especie, un chimpancé cuadrumano y un sapiens sapiens. Por el cuerpo erguido se reconoce al alpinista, ese hombre que sabe caminar. Mantenerse derecho, por lo tanto, se adquiere y no atañe tanto al ojo como a la oreja, sin duda, pero también a todo el cuerpo y de igual modo al placer. Al mismo tiempo que a caminar sobre suelos difíciles, inclinados, caprichosos, hay que aprender a encontrarles un equilibrio; entonces, y sólo entonces, cuando toda la piel del pie envía al cuerpo en su conjunto cien mensajes deleitosos de terciopelo, de lana y de comodidad sedosa, se aprende cómo se convierte uno en homínido, arrojando de sí la univalva, el cuadrúpedo y el mono, animal erecto, niño levantado, persona adulta que expulsa de sí lo que le queda de infantil. Salir de la infancia y de la bestia, finalmente qué alegría: el cuerpo encuentra su nivel."

(Michel Serres, "Variaciones sobre el cuerpo", p.47)

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