-Perdone, únicamente digo que los matrimonios han existido y existen aún.
-Sí; pero ¿por qué? Han existido y existen en las personas que ven en él algo sagrado que los une ante Dios. Pero entre nosotros no ocurre así. Nosotros concebimos el matrimonio solamente como una unión carnal y, por tanto, el resultado no es sino un engaño o una obligación. Cuando se trata de un engaño, se soporta mejor. Los esposos engañan a los demás por una aparente monogamia, aunque en realidad vivan en poligamia o poliandria. Eso está mal, pero aún puede pasar. Lo terrible es cuando, después de haber aceptado la obligación aparente de vivir juntos toda la vida, los cónyuges se aborrecen a partir del segundo mes, quieren separarse, pero siguen conviviendo, y entonces se crea ese espantoso infierno a consecuencia del cual se dan a la bebida, se suicidan o se envenenan el uno al otro.
(León Tolstoi, La sonata a Kreutzer, p.305 del tomo III de Aguilar)
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